Grecia se vende: la privatización del agua y todo lo demás // Giansandro Merli
Con 152 votos en favor
y 141 en contra, el martes 27 de septiembre, el Parlamento griego aprobó una
nueva medida de recorte a las jubilaciones y la transferencia de todas las
propiedades públicas al «súper fondo» impuesto por los acreedores. A cambio, Alexis
Tsipras logró un nuevo giro del préstamo que suma 2.800 millones de euros (de
los 86 mil acordados con la Troika en julio de 2015).
Las nuevas medidas de austeridad
llegan después de la amenaza de la Unión Europea de bloquear los créditos por
las demoras del gobierno griego en ratificar las reformas conformemente a lo
acordado. El plan de privatizaciones votado por Syriza es probablemente el más
grande realizado en Europa después de la reunificación alemana en 1990. Como
estableció por el Tercer Memorándum, los bienes del Estado se transfieren a la
Hellenic Company of Assets and Participations (HCAP), el súper fondo encargado
de conseguir efectivo a corto plazo, extrayendo valor desde la propiedad
pública o vendiéndola a privados.
El instrumento financiero involucra a
todos los sectores estratégicos de la economía: infraestructura, transportes,
energía, telecomunicaciones, desarrollo inmobiliario. La gestión del súper
fondo corre a cargo de cinco técnicos: tres nombrados por el gobierno y
aprobados por el European Stability Mechanism (ESM) y otros dos nombrados por
el ESM y aprobados por el gobierno. Tiene duración de 99 años: el anterior,
creado con el mismo objetivo, duraba seis.
La lista del HCAP es muy larga.
Catorce aeropuertos regionales fueron ya dados en concesión por cuarenta años y
a precios irrisorios a un consorcio empresarial del que, entre otros, forma
parte la empresa alemana Lufthansa. La compañía de trenes Trainose fue comprada
por Trenitalia, el puerto del Pireo por los chinos del grupo COSCO. Sobre el de
Salónica tienen los ojos puestos unos inversores rusos. En Atenas, el ex
aeropuerto Hellenikon, teatro de una fuerte y larga resistencia en contra de
los planes especulativos, fue cedido por 99 años a Lambda Development, que
construirá una ciudad privada inundando de cemento un área de más de tres
millones de metros cuadros frente al mar.
En la lista de las liquidaciones hay
también autopistas, el aeropuerto de la capital, el correo, las empresas
públicas de luz, gas y petróleo. A esto se suman EYDAP y EYATH, las compañías
que gestionan el agua en Atenas y Salónica. El ministro de Energía, Panos
Skourletis, y el de Economía, Euclid Tsakalatos, declararon que la
transferencia de la propiedad estatal al súper fondo no significa
privatización. Pero ya son pocos los que siguen creyendo en la buen fe de
Syriza. «Venderán incluso la Acrópolis», gritaban el 27 de septiembre los
trabajadores de EYDAP durante una manifestación en la plaza Syntagma.
“El gobierno ha mentido demasiado,
non merece ninguna confianza”, afirmó George Theodoridis, miembro de los Water
Warriors de Salónica y denunció: “Las compañías del agua se venderán. Está
escrito en el Tercer Memorándum y en las directrices de la relación entra
Grecia y la Troika. Por cierto, se trata de compañías en muy buen estado de
salud, que prestan un servicio de calidad y tienen un presupuesto con
superávit”.
Agua en
venta: contra la Constitución y le tendencia global
Salónica es la ciudad en donde hay
que ir para comprender cual es realmente el precio de la privatización del
agua. Ya en los años anteriores se intentó algo similar. La segunda ciudad
griega encabezó la resistencia contra este proyecto, desplegando protestas y
propuestas (como la “iniciativa 136”, que reclama la gestión social del servicio
por el medio de cooperativas de nivel municipal). Durante la movilización de
trabajadores y ciudadanos se celebró incluso un referéndum.
En el día de las elecciones locales
del 18 de mayo 2014, los comités por el agua pública se presentaron en lo
colegios electorales con papeletas de voto y urnas. A pesar de que las
instituciones habían negado el reconocimiento oficial de la consulta, más del
60% de los electores de Salónica participaron votando masivamente contra (98%
de 228 mil electores) la privatización. Unas semanas después, el bloqueo
definitivo llegó por el Consejo de Estado, con la sentencia 1906/2014. El
tribunal, basándose en los artículos de la Constitución griega numero 5
(derecho a la salud) y 21 (deber del Estado de cuidar los ciudadanos), estableció
que privatizar el agua es una contradicción con la ley fundamental del país.
“Syriza participó en esa movilización
y se benefició mucho en términos electorales”, recuerda un activista. Pero no
era la misma Syriza de hoy en día. El gobierno aceptó vender las dos
principales compañías de agua (y todo lo demás) hace un año, firmando el
memorándum y después decidiendo aplicarlo. La medida que afecta al bien más
preciado es parte de los términos humillantes impuestos a Grecia por la Europa
alemana: justo mientras la misma Alemania está viviendo una oleada de nuevo
control público del servicio hídrico.
De hecho nueve ciudades de la
República Federal Alemana, encabezadas por Berlín, pusieron nuevamente bajo
control público las compañías de agua, para contrarrestar el aumento de los
precios y la reducción de la calidad del servicio a la cual la privatización
había llevado. Según un reporte publicado en 2015 por el Transnational
Institute, más de 235 ciudades en todo el mundo recuperaron la gestión del servicio
hídrico en los últimos 15 años. El modelo de la privatización ha fracasado
pero, evidentemente, esto no interesa ni los acreedores, ni a las instituciones
europeas.
Las medidas de austeridad impuestas
en estos años tendrían que haber llevado Grecia en el camino del crecimiento
económico y de la reducción de la deuda. Sin embargo lo que ha pasado es muy
diferente: entre 2008 y 2016 el producto interior bruto se derrumbó más del 40%
y el ratio deuda/PIB va a superar el 180% (antes de la crisis era poco más de
la mitad). Por el contrario, la devastación social y política del país heleno
no para, en una espiral sin fondo de la que Syriza ha decidido no salir.
Mientras el partido que estaba con los movimientos sociales y en contra de la
austeridad vota en el Parlamento las peores medidas de ajuste, las plazas
griegas no consiguen reanimarse. El trauma de la firma del Tercer Memorándum no
ha sido aún superado y la resignación parece haber remplazado la ira que
quemaba las calles.
[fuente: http://www.dinamopress.it/]