Acontecimiento Hebe, un acto advertido // Alberto Sladogna
Con las
nuevas madres y abuelas argentinas ha vuelto a ocupar la escena política esa
primera mujer-madre corporal, gozosa y generosa, que todos –hombres y mujeres–
hemos tenido para poder llegar a la existencia y ahora a la vida política de la
que el terror de Estado nos había distanciado. Es nuestro propio fundamento más
hondo el que ha reverdecido con ellas. Quizá la política necesite ahora el
apoyo de todos nosotros desde más adentro y desde más abajo. Porque Cristina
Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre
que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para
recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad
distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si,
para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por
eso, “kirchnerista” (León Rozitchner
en Un nuevo modelo de pareja política)
Hebe de Bonafini realizó - jueves 4 de agosto del
2016- un acontecimiento: llevó a cabo un pasaje al acto advertido ¿Cómo? Con su cuerpo le dijo “No” al sistema jurídico.
A ese sistema que la amenazó con una presentación forzada para que declare en
la causa de “Sueños compartidos”. Ese mismo día el juez federal Marcelo
Martínez de Giorgi ordenó allanar la sede la Fundación y dio a entender, en el
atardecer, que lanzaría una orden de detención por “rebeldía” ¡Rebeldía!
¿Rebeldía? ¡¡¡¿…?!!!
Cómo es posible que se pretenda sostener el adjetivo
de “rebeldía” o de “rebelde” para calificar o recibir el acto de una mujer, que
como madre, no practicó nunca la rebeldía. Hebe de Bonafini practicó, en cada
ocasión, la subversión. Si, la subversión, término empleado por la
dictadura cívico-militar-religiosa que al decir que combatía a la subversión azoló
la Argentina desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de
diciembre de 1983. Esa dictadura hizo desaparecer a dos hijos de Hebe de Bonafini y a muchos más hij@s de otr@s
mujeres, esas hijas e hijos secuestrados, desaparecidos, muertos, asesinados en
supuestos combates fraguados recibían el calificativo de subversivos, no eran
calificados de “rebeldes”.
Hebe de Bonafini comenzó sus acciones subversivas hace
ya cuarenta años que se cumplirán esté jueves 11/08/2016, cuarenta años con su
acciones subversivas al dar vueltas en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada
– color de la vergüenza- para reclamar, mostrar, denunciar el secuestro, la
desaparición de sus hijos. Marchaban colocando en acto sus cuerpos ante el
conjunto de la barbarie que impuso la Dictadura cívico-militar. Hebe realiza
una acción performativa toma el adjetivo empleado por la dictadura, como u guante, hace aparecer con honor otra faceta:
el acto subversivo advertido. En épocas de la dictadura los grupos de estudios de psicoanálisis, espacios que
fueron un refugio para muchos militantes, tomaban sus precauciones con no
proponer en sus bibliografía “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente
freudiano”, en Escritos I.( Siglo XXI. México, 1979, T.1)
Hebe vivió el 8 de febrero de 1977 el secuestro y
desaparición de su hijo Jorge Omar, en La Plata, provincia de Buenos Aires; el
6 de diciembre, ocurrió la desaparición de su otro hijo, Raúl Alfredo, en Berazategui,
Provincia de Buenos Aires. El 25 de mayo de 1978 desaparecería su nuera, María
Elena Bugnone Cepeda, esposa de Jorge.
Hebe es una subversiva en acto:
Antes de que
fuera secuestrado mi hijo, yo era una mujer del montón, un ama de casa más. Yo
no sabía muchas cosas. No me interesaban. La cuestión económica, la situación
política de mi país me eran totalmente ajenas, indiferentes. Pero desde que
desapareció mi hijo, el amor que sentía por él, el afán por buscarlo hasta
encontrarlo, por rogar, por pedir, por exigir que me lo entregaran; el
encuentro y el ansia compartida con otras madres que sentían igual anhelo que
el mío, me han puesto en un mundo nuevo, me han hecho saber y valorar muchas
cosas que no sabía y que antes no me interesaba saber. Ahora me voy dando
cuenta que todas esas cosas de las que mucha gente todavía no se preocupa son
importantísimas, porque de ellas depende el destino de un país entero; la
felicidad o la desgracia de muchísimas familias. (Hebe, 1982, iglesia de Legazpi, Madrid, España).
Hebe es una subversiva que con su amor, con su estilo, con sus formas, ha limitado y
limita el disfrute obsceno del poder; esa subversión no es cuestión de opinión,
es una cuestión en acto. Hebe de Bonafini genera molestias pues su forma de hacer
un duelo ante las vidas no realizadas de sus hijos –los suyos y los de otras
madres- es una forma que la modernidad condena y rechaza pues se trata de un
duelo compartido con otr@s, es un duelo que quiebra la supuesta naturalidad que
divide hechos privados de hechos públicos. Es forma de duelo hace del duelo y
de su dolor muestra como el componente subjetivo es un hecho político. La
subjetividad nunca es solitaria se trata de una expresión del colectivo social
que no es nada salvo el sujeto de un acto. Ella hace en público un acto
privado, un acto animado por un deseo, un deseo loco ¿Existirá alguna forma del
deseo que nos habite y que carezca de locura? Lo dudo, al menos, en la
experiencia que efectúo como analista, no he logrado encontrarme con ningún deseo
normal, diría que por suerte hay una dosis elevada de locura que siempre comparten.
El deseo no es un paraíso, no es algo recomendable a proponer como consigna.
Estar habitado por un deseo no es cómodo, ni es normal; estar habitado por un
deseo implica la apuesta de atreverse a
correr la suerte de realizarlo sin estar obligado.
Hebe está
siendo cuestionada desde un horizonte que le reclama “santidad”, “normalidad”, “buen
criterio”, “respetar la igualdad ante la ley” inclusive se la cuestiona desde
un ideal de cómo moverse en la política, ideal organizado por lo “políticamente
correcto”. Un ideal que está presente a diestra y siniestra. Propongo aquí encarar el acontecimiento Hebe desde la experiencia de cada lector de tener
o de haber tenido una madre. No se trata de abordar ese acontecimiento desde
una lectura de textos teóricos (no está ni estaría de más hacerlo, la teoría
también es una experiencia corporal).
Alguien que ha
vivido y vive la experiencia de tener madre podrá indicar que ella tuvo
veleidades “revolucionarios” –la revolución siempre gira alrededor del poder
que la hipnotiza; que hij@ ¿Puede
indicar que su madre no haya practicado una forma de sutil o abierta de
autoritarismo, de jerarquía que decide cuestiones vitales en nombre de la
“mejor vida futura” de sus crías?; que hij@s ¿Darán testimonio de que su madre
nunca jamás cometió errores, incluso errores graves para la vida de ella y la
de sus críos? Si el acontecimiento Hebe implica que ella no es ni santa, ni
virgen, ella no es todo acierto, ella no es todo amor, ella no es una blanca
palomita. Hebe porta el pañuelo blanco junto a muchas otras madres, ese pañuelo
blanco no carece de mancha de sangre, fue construido a partir de lo que el
régimen paternal de la dictadura impuso durante varios años a sangre y fuego a
las crías de esas madres. Es necesario
recordar que la dictadura cívico-militar- eclesiástica se desplegó en Argentina
para defender “la familia, la patria y la propiedad” de los subversivos, esa
dictadura se instaló en la subjetividad como parte, entre otras cuestiones, para
responder a un hecho poco considerado en sus efectos: a partir de 1970, en “Occidente”
se instaló la conversión del “parricidio” en un “homicidio en razón de
parentesco”. Esa mutación produce un nuevo crimen admite atenuantes, mientras
que la institución previa era absoluta: parricidio fue EL crimen por excelencia (Cfr.: “artefactos, 5, 1998.”El
parricidio”, en particular “Freud ante el parricidio: un sueño
doctrinario”).
Es cierto, no es fácil soportar el conjunto que Hebe realiza. En el inicio de las rondas de las
madres de la Plaza quienes vivían en
Argentina eran náufragos, de
cierta forma, en una isla desolada,
aislada sin medios de amparo habituales, en esas condiciones aprendimos algo:
unas mujeres brindaban amparo, no se trataba de exigirles modelos perfectos, sin macula en sus vidas.
En efecto Hebe tiene defectos, cometió errores, solo que no hay opción para
desojar la margarita, se la toma como viene o no se la toma; tomarla tal cual
no implica complicidad con sus errores, por el contrario,
solo es aceptar que vivir o realizar acciones de consecuencias políticas es vivir
de la composición luminosa y oscura de una vida humana.
Hebe no admite, quizás a la manera de una Antígona,
ser dividida entre lo bueno, lo muy bueno, lo regular, lo malo y lo muy malo
componentes que constituyen su vida: el presidente Macri, impuesto bajo forma
democrática, acaba de acusarla de “desquiciada” , añadió “que dice cosas fuera
de lugar” (http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-306515-2016-08-10.html ). Hebe es anómala, está fuera de lugar, no quiere
vivir en ese lugar de la normalidad, tiene un decir que hace y hace al decir
hechos anómalos.
Si, Hebe hace cosas poniendo su cuerpo en juego, le
dijo, le dice NO al sistema jurídico a diferencias de otras mujeres políticas
(caso de CFK), ella no se somete a la justicia del sistema judicial. Hoy,
10/08/2016 Hebe se negó a declarar ante el juez que a interrogarla. Reitero su
NO. Esa posición, ese acto fue lo que convocó a algunos ciudadanos sin esperar invitaciones
de instituciones políticas, respondimos yendo a la Fundación cuando pretendían
forzarla o detenerla, no se si fuimos
cientos o miles, no importa, se mostró la potencia de una minoría sensible que sabía que era el
momento de acompañarla, poner allí nuestros cuerpos. Horacio González indicó
que el gobierno tocó algo sensible. Si, tratar de encarcelar a Hebe fue poner
el dedo en un nudo sensible para quienes no aceptamos lo ocurrido durante la dictadura,
y también tocar a Hebe es sensible para quienes conforman una cierta mayoría
silenciosa que aprobó y aprueba lo realizado por la dictadura, por eso les
resultan insoportables los actos locos de Hebe. ¿Serán estas mayorías
silenciosas las que han regresado con el actual gobierno del Presidente Macri?
Hebe efectúa actos advertidos, pone su cuerpo en ellos, sabe no alega inocencia, está advertida de las consecuencias, sean
cuales sean las que sus actos desatan, pues responden a su deseo de decir NO al sistema,
incluso a pesar de que en varios momentos del gobierno kirchnerista ella participó en el juego que implica aceptar
que el Estado tome a su cargo los derechos humanos, cuando ese gobierno articuló
relaciones activas con los diversos organismos creados por la sociedad civil.
Horacio Verbitsky fue claro al respecto “los organismos requerían esa presencia
del Estado”. Se sabe que el Estado cuando da algo, siempre levanta una hipoteca
que en ocasiones no se puede evitar ni tampoco se pueden evitar sus
consecuencias.