Qhananchiri // Silvia Rivera Cusicanqui

Qhananchiri (“el que ilumina”) fue la chapa del hoy Vicepresidente García Linera, cuando jugaba a las guerrillas, y junto a su hermano Raúl, mandaba a riesgosas operaciones a militantes aymaras del EGTK, que costaron la vida a más de uno. No podía haber ironía más cruel para calificar a este tenebroso personaje. Su persona, palabra y mente son laberínticas y llenas de penumbras y dobleces. Extrae los papeles que actúa de su vasto archivo de estudios del poder, para aprender las estrategias que, según cree, le permitirán seducir audiencias y arrear rebaños de votantes. Un discurso paternalista ridículo y patético, le llena la boca al mirar con condescendencia y asco a sus conmilitantes indios de las comunidades; otro, de fascinación birlocha, al mirar las piernas de las modelos en las pasarelas. Y cuando ofrece a los terratenientes de Santa Cruz cambiar cualquier ley o decreto para favorecerlos, le sale el q’ara aspirante a oligarca, encaramado en el estado y dispensando favores de perdonavidas. A este oscuro personaje le debemos los cambios en la Constitución que se hicieron a puerta cerrada el 2008, y él es el principal estratega de esta nueva re-elección, que cuenta con la complicidad engolosinada del propio Evo Morales. No soy quién para decir si éste es un “falso” o “verdadero” indio, pero conociendo la sociedad dominante, tanto como a sus aspirantes – pues fui criada allí y deserté justo a tiempo – reconozco en él a uno más de los arribistas que han llenado nuestro trayecto de oprobios, indignidades y derrotas. El tenebroso ex qhananchiri no se saldrá con la suya en este referéndum, si somos capaces de invocar la energía de nuestra conciencia rebelde y la luz de las enseñanzas indias y plebeyas de nuestra historia.