Y otra vez los pibes…

por Sergio Lesbegueris


Otra vez los pibes enseñando qué hacer.

Otra vez los pibes construyendo sobre el desastre de las condiciones que nos gobiernan,

Otra vez los pibes habitando el desierto actual, haciendo vivible el aire que respiramos.
Los chicxs marcando el camino, el único posible, no ya el trazado e inhabitable sino el que se conquista por ocupación. Haciéndose cargo de las exigencias actuales.

Los pibes tomando las escuelas por desocupación del mundo adulto sobre ese territorio, por esa paradoja actual en la que nos encontramos cuando queremos dominar un sitio desde las coordenadas heredadas y la vaciamos en ese mismo acto.

¡Cuánto más hace falta para alterar esa forma de mirar y sostener esta realidad? ¿Cuánto sufrimiento soportaremos para seguir no pudiendo combatir esta realidad asfixiante?

Escuchar, sentir el grito que nace acogiendo y transformando, rompiendo algo de uno mismo y  recomponiéndose con nuevas alianzas. Los chicxs lo están diciendo.  Somos nosotros, los adultos que fatigados no sabemos escuchar. Es el grito de estos tiempos que claman por parir otra realidad.

Nuestras vidas, moldeadas con altas dosis de miedo y mediocridad no pueden, no tienen la fuerza suficiente para activar situaciones novedosas, los adultos estamos atrapados en modos agónicos de gestionar nuestras vidas. La queja es el canto de sirenas reflejo de nuestra medida.  Solo atinamos a resistir pasivamente el estado de cosas actuales. ¿Es esto vivir? ¿En qué sentido hay en esta situación un problema capaz de asaltar los muros de la inmunidad ambiente en la que nos encontramos?

¿Somos capaces de inventar respuestas que no tenemos? Los chicxs pareciera que tienen  la suficiente fuerza para hacerlo. No se trata claro de entronizar un juvenilismo tonto, también allí encontramos ambivalencias, disfraces posibles, pero hay en esa fuerza que irrumpe e interrumpe, una potencia que estaría muy bueno aprender a escuchar. Poder situarnos allí, en sus exigencias, no para intentar “solucionarlo” sino para aprender a respirar desde sus desafíos.

Como hace ya 4 años, otra vez los pibes. Con su capacidad de interrumpir, de desbaratar lo desbaratado y refregarnos en la jeta la decadencia ambiente. Mostrando lo insostenible de la autosuficiencia, esa ficción que nos convierte en unos “como si” andando. Caretas.  En este mundo que sigue funcionando pero del cual ya nadie cree en él. Cinismo ambiente.

Las instituciones se deshilachan, se corroen cotidianamente y los adultos no tenemos la suficiente lucidez ni valentía para transformarlas en otra cosa más a la altura de estos tiempos. Nos hemos convertido en meros gestores de la decadencia de su lógica. Triste final para una generación impotente la nuestra.

Los pibes nos muestran en su ocupación la debilidad de nuestras apuestas, la de una imagen de libertad y una idea de participación despolitizada.

Aprender a resistir, salir del asedio de la realidad, desistir. Trazar un mapa de tentativas. Los chicxs nos están marcando el camino. Producir interferencias desde sus bordes y ocupar subjetiva, deseantemente los lugares. Poblar el desierto, convertirlos en habitables.

Buscar modos autónomos de afirmarse, conquistar espacios de determinación conjunta por fuera de la verticalidad que nos organiza extra situacionalmente. Desocupar para habitar. Sostener el agujero problemático que nos haga alimentar lo que está por nacer. Lo pide este tiempo, lo gritan los chicxs, lo dicen nuestros cuerpos cansados.


Otra vez los pibes…