Comprensión estratégica (pistas para la investigación política en el nuevo conflicto socia)
por el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP)
En el marco de la campaña
nacional #CristianFerreyraPresente compartimos este texto, que es
una elaboración colectiva sobre los rasgos del nuevo conflicto social y que
busca profundizar y precisar una comprensión estratégica sobre las violencias
actuales.
Desde el Instituto de
Investigación y Experimentación Política (IIEP) junto a distintas
organizaciones estamos compartiendo un diagnóstico y una hipótesis: durante
estos años se gestó un nuevo tipo de conflicto social, difuso y confuso, de una
violencia inusitada que no alcanza a explicarse con los conceptos ni los
actores conocidos. Esa opacidad constituye un desafío, pues su función es
producir estratégicamente incomprensión.
I.
La opacidad persistente, propia
del nuevo conflicto social, proviene al mismo tiempo del miedo, y de lo que
podríamos llamar obstáculos de percepción[i]. Para comenzar a entender mejor el
asunto comencemos por preguntar: ¿de qué clase conflicto estamos hablando? No
es difícil encontrar indicios y hasta es posible formular una que otra
hipótesis sobre las transformaciones en las formas del gobierno efectivo de los
barrios pobres. Pero, ¿cómo se vinculan estas mutaciones con fenómenos más
amplios, que afectan a las racionalidades y prácticas de gobierno en general?
Particularmente inquietante al respecto es el hecho de que también en zonas rurales
–justamente como lo que está denunciando el MOCASE con el juicio que se inicia
mañana- se dan formas de violencia comparables (grupos armados al servicio de
tramas empresarias que apuntan a controlar un territorio en vistas a su
valorización financiera), con aquellas que vemos en los barrios urbanos.
Y bien, verificamos la emergencia
de nuevas formas de resistencia y conflictividad. De nuevas economías o
diagramas de poder. Pero afirmar la “novedad” no puede llamar a engaño. Lo
nuevo es siempre reorganización de lo viejo. Novedosa recombinación de elementos pertenecientes a viejas
formaciones culturales.
¿Estamos a la búsqueda de un
principio explicativo único, una suerte de “lógica” que abarque esta enorme
pluralidad de situaciones? Si fuese así, el marxismo nos provee de un esquema
analítico posible: una multiplicidad de vivencias diversas que remiten a un
núcleo económico fundamental (sabemos que ni Marx fue tan marxista como para
afirmar esquemas tan rígidos).
Tras el desprestigio del socialismo,
el pensamiento teórico llamado “postmarxista” ensayó una perspectiva capaz de
recobrar el valor substancial, y no meramente aparente o superestructural, de
la multiplicidad. Ya no se trata de identificar un conflicto fundamental (la
lucha de clases entre burgueses y proletarios), sino múltiples conflictos (de
género, de clase, étnicos, ambientales, etc.) que se construyen y definen en la
práctica política misma de darles forma.
El problema con este pluralismo
ha sido siempre el de encontrar una línea
común de composición política entre los diferentes conflictos. ¿Cómo
traducir recíprocamente los diversos conflictos? ¿Y cómo hacerlo, además,
cuando la apelación al lenguaje, a la mera producción de discurso se torna
insuficiente?
Un doble déficit entorpece
nuestra tarea: la ausencia de una imagen que opere como denominador común y la
crisis del lenguaje, en el cual confiábamos como articulador fundamental y hoy
más bien resulta como mínimo insuficiente, por momentos directamente impotente.
Sobre esa doble imposibilidad avanza la oscura eficacia de los medios.
Proveyendo de manera continua e instantánea imágenes y nombres para lo que
pasa.
Se plantea entonces la necesidad
de elaborar un estilo de comprensión de la conflictividad en curso de múltiples
niveles, capaz de interesarse tanto por mapear las dimensiones estructurales
(una serie de hipótesis, por ejemplo, puede ser la investigación del modo en
que las finanzas actúan sobre el campo social), como por comprender la
complejidad de las estrategias (muchas de ellas en el nivel de las
disposiciones de la vida cotidiana en los territorios) que definen los
conflictos concretos.
La exigencia de comprensión que
aquí desplegamos no es la del investigador puro, preocupado en exclusiva por la
racionalidad del conocer, sino la del investigador tomado por una preocupación
política, que procura trazar diagnósticos articulables a estrategias concretas.
II.
Elías Canetti supo describir la
opacidad que acompaña a la reproducción de los poderes: “el secreto se halla en
la médula misma del poder”; instrumenta efectos de enlace entre lo que el autor
llama la “masa” y el “poder”. Esta dimensión deviene clave para comprender los
“nuevos conflictos sociales”, inseparables de la circulación de tramas de
opacidad, de estrategias de silenciamiento en la articulación de los
conflictos. Precisa Canetti una relación más, entre silencio y conocimiento:
“el silencio presupone un conocimiento exacto de aquello que silenciamos. Como
en la práctica no enmudecemos para siempre, hemos de elegir entre lo que
podemos decir y lo que silenciamos”.
Pensar la opacidad supone poner
el foco en las reglas de su reproducción. No se trata sólo de contraponer
claridad o transparencia mediante fuentes e iniciativas comunicativas (¿los
números, los informes, los relatos, las denuncias, las manifestaciones
garantizan de por sí efectos de comprensión estratégica?), sino operar sobre el
funcionamiento mismo del campo social opaco.
III.
La investigación política no
puede esquivar una fuerte interrogación por las fuentes de esta opacidad, que
son múltiples. Enumeramos algunas:
- La gestión que hace el estado
de la información. La administración de la información por parte de las
burocracias (policía, aparato de inteligencia y judicial, especialmente
incluido). No es que no se recaben datos. El problema es: a) el acceso a
información; b) la mala calidad procedimental en la recolección de datos (sobre
todo por parte de las policías); c) el procesamiento y cruce de datos
movilizados habitualmente a partir de lógicas internistas y sin la debida
contextualización, y según una percepción de la realidad determinada por las
operaciones de los medios de comunicación.
- Disolución de antagonismos claros.
Por lo general las organizaciones sociales –sean herederas del 2001, sean más
vinculadas al gobierno–, padecen esta opacidad como parte de un conflicto que
las desborda, y no resulta fácil apelar a un antagonismo clarificador. Las
lógicas en el territorio tienen todo tipo de rodeos, ambigüedades y matices que
no permiten, en general, combatir la confusión de la que hablamos. Acá hay una cuestión central: las
organizaciones que interactúan con el estado deben aprender los lenguajes
estatales, ¿qué pasa cuando hay que interactuar, negociar, o tensionar con una
“banda”, o con un segmento del estado que se comporta como tal? En este nivel,
la producción de opacidad la encontramos no sólo en una cierta retracción de
las organizaciones, o su debilidad a la hora de trazar cartografías operativas
en el territorio, sino en un nivel más radical: en la incapacidad de las
militancias sociales, políticas y de derechos humanos por conectar con las
formas de fuga y resistencias de los habitantes (especialmente jóvenes) del
barrio, que toman diversas direcciones, muchas veces alejadas y hasta
invisibles para las organizaciones.
- Proliferación de las finanzas
en la reproducción de la existencia. Tal vez la principal causa de la opacidad
de la que hablamos sea la proliferación de una dinámica financiera[ii], a escala diversa, en todas las capas de la
sociedad. Además de la intervención del estado en el mercado promoviendo el
consumo, el aumento de circulación monetaria (y la multiplicación de monedas)
tiene otras causas. Una de ellas es el conjunto de restricciones legales
–impulsada por el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional)- que impide
el ingreso de capitales ilícitos al circuito bancario regulado[iii]. Estos
capitales ilegales presionan sobre los territorios para multiplicar la
oportunidad de negocios. Lo mismo sucede con la operatoria bancaria consistente
en destinar por fuera de toda regulación capitales para créditos usurarios
orientados a endeudar a una parte de la población sin acceso al crédito regulado.
El sistema financiero,
frecuentemente asociado a las altas finanzas, se desarrolla también, y cada vez
más, como “bajas” finanzas, o finanzas populares. Investigar esta doble
formación del mercado financiero supone ampliar nuestra comprensión de las finanzas
ya no sólo hacia arriba sino también hacia abajo, a partir de la multiplicación
de articulaciones (deuda y crédito, legal e ilegal) entre sistema bancario y
economías de sectores populares –habitualmente no percibidas como
financieras[iv].
- Un cuarto aspecto, que convenga
computar es el papel bandas y empresas asociadas en la regulación del dinero no
declarado (con múltiples conexiones con el sistema financiero legal). Siguiendo
a Rita Segato[v], suponemos una correspondencia entre el aumento de capital no
declarado y el aumento de instrumentos igualmente ilegales de regulación
política (no pocas veces en manos del
propio estado). Asociamos a este entramado el tipo de circulación “confusa” de
una violencia funcional al gobierno de los territorios.
En este nivel se vuelve evidente
el vínculo que existe entre producción de opacidad y pérdida de eficacia
simbólica la narrativa tradicional de las militancias políticas, incluida la de
los derechos humanos. Si volvemos sobre lo razonado hasta aquí, se puede
percibir cómo la combinación entre pobreza de la estadística y el hermetismo en
las decisiones que afectan a los territorios; las novedosas lógicas financieras
que colonizan las economías populares y la expansión de mercados ilegalizados;
así como la desconexión de las organizaciones respecto de las estrategias de
vida en los territorios produce, de conjunto, un contexto de sentido alterado.
Es también en este nivel donde
deberíamos trabajar la hipótesis de la asociación convergente de esta trama con
mercados criminales (proliferaciones de los delitos de tráfico y trata por
ejemplo).
Otra cuestión, que en este nivel
nos preguntamos, es cómo opera el crecimiento de esta trama en función de un
mapa regional más vasto, que refiere a una dimensión transnacional de la
conflictividad social. En efecto, desde la migración producto de la expulsión
de campesinos paraguayos de sus tierras por extensión del agro-negocio, a los
desplazamientos de grupos narcos, pasando por los circuitos ilegales de
exportación de granos vía países limítrofes.
- Un quinto aspecto que
contribuye a dotar de opacidad al conflicto social tiene que ver con la
interfaz mediática, que produce sus propias síntesis, simplificando la
complejidad social en consignas de veloz circulación, produciendo un efecto de
transparencia, como si la opacidad no existiera: “el problema es simple y la
solución también, no se lo soluciona porque los políticos no quieren, son
ineficientes o están en el negocio”.
IV.
Un foco especialmente tóxico de
opacidad es el que se da en la convergencia de simplificación mediática y
políticas de seguridad. Vemos a diario los alineamientos, a nivel de la
comunicación pública, con discursos y prácticas punitivas. ¿El reciente protagonismo del Secretario de
Seguridad Berni debe ser entendido cómo un fenómeno coyuntura, asociado a pujas
de poder al interior del kirchnerismo, o como síntoma de unas lógicas más
profundas? Aun sin tener información
suficiente sobre la conducción de la policía federal, el discurso de Berni es
frecuentemente el mismo que el de la policía, y esto es históricamente indicio
de autogobierno.
Pensando en la policía
bonaerense, alguna vez Horacio Verbitsky se refirió a un paso más. No sólo auto
gobierno, sino colonización de la política por la policía. Hoy en día, sin
embargo, hay fuentes que informan que en este momento la policía bonaerense
está atravesada por grandes internas, que está muy dividida, razón por la cual
una noción como “autogobierno policial” sería simplificadora y subestimaría esta
otra fuente de opacidad.
V.
El campo social opaco por el que
nos interrogamos, en la medida en que da
lugar comprensiones locales, nos permite detectar aparentes isomorfismos:
soldaditos del universo transa y llamadores que complementan a los arbolitos en
el sistema financiero son las presencias más frágiles y expuestas de unos
poderes opacos por naturaleza. Las cuevas forman parte del sistema bancario
informal. Son la parte baja y visible de sendas estructuras financieras
ilegales.
Esta parte baja, en tanto parte
visible de un sistema poco visible, es una clave interesante para pensar el
vínculo entre poderes de segunda realidad, finanzas y territorios. Se trata,
además, de una parte de la realidad opaca sobre la cual los poderes públicos
actúan con dispositivos completamente perimidos (particularmente a nivel
judicial). Y las iniciativas esporádicas, a veces ultra-progresistas, con las
que el estado intenta hacer pie en los territorios es siempre frágil, solitaria
y asistemática.
VI.
Suponemos que es posible pensar
una relación entre grandes emprendimientos rentísticos, con sus equipamientos
técnicos y su infraestructura financiera, y el desarrollo de dispositivos de
valorización financiera locales. No como si ambos estuviesen comunicados. Se
trataría más bien de una relación de diseño de prototipos: un sistema
oportunista de aprendizaje y aprovechamiento mutuo. Ambos niveles, macro y
micro, se ofrecen uno al otro condiciones de posibilidad y en esa interfaz se
crea infraestructura y racionalidad financiera. En esta retroalimentación se
fortalecen las dinámicas de valorización, en un contexto de inclusión por la
vía del ingreso y el debilitamiento de lógicas comunitarias.
VII.
Imaginamos tareas de la
investigación, de creación de conceptualizaciones estratégicas, en el marco de
la recreación de organización política de nuevo tipo.
Incorporar, entre las tareas de
construcción colectiva, las actividades de mapeo de conflictos (que incluye la
composición de dinámicas en varios planos), en vistas a desarrollar estrategias
efectivas de intervención. Menos preocupados por detectar un fundamente oculto
por detrás de los conflictos que por pensar incluso modos de elaborar los
silencios que acompañan en los conflictos nuestra común incapacidad
explicativa.
Al mismo tiempo, desarrollar
talleres con organizaciones sociales e investigadores capaces de producir
comprensión estratégica, allí donde la opacidad impide desplegar avances
democráticos en conflictos concretos.
Noviembre de 2014
[i] Fue Raquel Gutiérrez Aguilar, activista e
investigadora residente en México, quien en una serie de visitas a Buenos Aires
y diálogos con el Instituto de Investigación y Experimentación Política ha
puesto con más fuerza el énfasis en este problema de la opacidad como
combinación de fenómenos de percepción y de terror.
[ii] Aunque no podamos
desarrollarlo aquí, aclaramos que cuando hablamos de finanzas no nos referimos
a la forma no productiva y parasitaria del capital, en contra posición al
capital industrial, por ejemplo, sino al poder del capital en su forma más
abstracta. El capital financiero extrae valor social a partir de dispositivos
de producción de renta. El poder de las finanzas deviene poder de mando sobre
la sociedad. No sólo el ahorro social se financieriza, sino que además las
finanzas pasan a representar la producción del valor social. Las finanzas se
apropian de nuevas funciones. El “devenir renta de la ganancia”, explica
Christian Marazzi (Capital y lenguaje, Tinta Limón Ediciones, 2014), es la
producción de valor como tal y son los mecanismos concretos de la explotación
los que devienen incomprensibles.
[iii]
http://www.fiscales.gob.ar/criminalidad-economica/lavado-argentina-fue-excluida-de-la-lista-gris-del-gafi/
[iv] La proliferación de agentes
financieros que no se presentan o reconocen como tal, sobre todo a nivel de las
economías populares, es otra dimensión de opacidad a investigar. Habría que
profundizar en el estudio de rupturas y continuidades respecto de los viejos
sistemas de prestamistas y usureros que siempre existieron en los barrios. Un
punto de partida para comprender estas dinámicas lo brinda el informe de la
PROCELAC presentado durante diciembre de 2013 en torno al crédito para el
consumo.
http://www.fiscales.gob.ar/criminalidad-economica/wp-content/uploads/sites/3/2013/12/Procelac_-Cr%C3%A9ditos-para-el-consumo.pdf
[v]Rita Segato, antropóloga
argentina, ha desarrollado hipótesis fuertes sobre la opacidad que aquí
tratamos de comprender. A ello se refiere con los nombres de “segundo estado” y
“segunda realidad”. http://www.forosalud.org.pe/territorio_soberania.pdf.).
Su hipótesis sobre la violencia
se inscribe en el proceso de producción de soberanías locales a partir del
control ilegal de territorios. La violencia, particularmente contra las
mujeres, debe entenderse como enunciación del poder soberano sobre la
población. La reciente edición de su libro La violencia en el cuerpo de las
mujeres de ciudad Juárez (Tinta Limón Ediciones, 2013) viene con una entrevista
en la cual la autora procura desarrollar sus hipótesis pensando en el nuevo
conflicto social de que aquí hablamos.