Votos por Cristina

por Juan Pablo Maccia


Últimos días de campaña ante de las PASO: ¿por quién debo votar? Me refiero a los que hacemos votos por Cristina. Explicar mis tribulaciones me ayuda a esclarecer mis ideas de cara al domingo, día en que casi con seguridad insistiré con mi voto frentista apoyando la lista encabezada por el ex gobernador Jorge Obeid.
Como la del '73, esta década es –sobre todo- frentista. El Frente para la victoria (FpV) es electoralmente más potente que el peronismo. Se equivocan los que creen, sectarios, que la política pasa por el peronismo. El FpV es la alianza amplia que precisa una parte del peronismo para poder ganar elecciones y gobernar.
El FpV es la coalición un sector del peronismo y una porción del progresismo militante. Juntos (y sólo juntos) constituyen esta minoría intensa, la única en condiciones de formar mayorías, y la única fuerza política nacional. Y el hecho es que Cristina personifica de modo excluyente (y este es un problema) el vértice articulador de esta fuerza.
Pero este ángulo de análisis esconde asuntos más espinosos. La argentina kirchnerista levanta vuelo con dos alas: una, el ala “democratizante”, vinculada con los movimientos por los derechos humanos y sociales y, otra, "neodesarrollista", comprometida sobre todo con la gobernabilidad y la defensa del modo de acumulación existente, vinculado al tipo de inserción económica en el mercado mundial.
Esta última ala alimenta no ha dejado de crecer, incluso sobre la otra. Se trata de una suerte de neoliberalismo-nacional (o proliferación de mercados asistida por el estado). Se trata de una corriente política adaptativa a las tendencias globales, pero con mucha iniciativa local. Su gestión depende de la transacción permanente con poderes establecidos y en su horizonte posible se encuentra la figura de Scioli.
El kirchnerismo entró en un impasse desde que su ala radical ha quedado debilitada. La violencia colectiva que surge de una cierta idea muy básica del consumo y de la gobernabilidad ha opacado sus impulsos más libertarios. A esto le podemos sumar que ya no se gobierna con los movimientos sociales sino con los jóvenes, esto es, con La Cámpora, que unida y organizada no cuestiona ni discute.
El brote extendido de grupos militantes que debutan en las elecciones (El partido de la Ciudad Futura; Camino Popular) esboza una tímida reacción ante este estado de cosas.   
Estos jóvenes enfrentan el desafío de demostrar que no son sólo militantes clásicos de la izquierda, sino que han venido –desde eso que son- a problematizar la relación entre universidad y sociedad (Marea Popular); o entre territorio y ciudad (Partido de la Ciudad Futura). El tiempo dirá.
Mientras tanto, hay que evitar que el frentismo que gobierna el país se diluya, o se deforme por defección del arco progresista que lo compone. El sistema de la obediencia es defensivo y mediocriza a sus cuadros. En este proceso electoral (las PASO y las elecciones de octubre) tenemos que empezar a mostrar que este Frente social y político puede sobrevivir al liderazgo que ejerce Cristina desde el gobierno.
Cuando el próximo domingo ponga mi voto por Obeid no voy a estar apoyando a la burocracia ordenancista del PJ, sino dando al kirchnerismo (es decir, a todos y a mi mismo) una última chance de volver a impulsar los términos de un frentismo democrático y popular. Espero que no sea demasiado tarde.