Epístola de Tusquet a Maccia


Estimado Maccia,

A raíz de que me comentara –¿me permite no tutearlo?- su hipótesis sobre las “posiciones de reconocimiento” de cada generación, me vi obligado a leer su último artículo “De-generaciones-políticas...”. Obligado por el propio interés, pues seguía ya con atención su hipótesis acerca de la “ausencia” en la dinámica político actual de la que dio en llamar “generación del 2001”. Atención motivada, a su vez, más por una certera identificación con esa ausencia, que por una dubitativa identificación personal con dicha generación.

Mi atención sobre ese punto me llevó a advertir que usted trabaja de un modo asimétrico, duplicado, la “posición” de la generación del 2001. Pero luego pensé, quizás, que esa asimetría es aplicable también a las otras generaciones que señala.


En su último artículo usted señala que el kirchnerismo significó para la generación del 2001 una posición de reconocimiento en el mercado. Lo cual me hace pensar que en este caso usted habla de “generación del 2001” refiriéndose a las personas empíricas que la conforman y los símbolos en los que se reconocen actualmente (el dinero, por caso). Ahora bien, cuando usted decía antes que la generación del 2001 estaba “ausente”, evidentemente no se refería a lo mismo, pues las personas empíricas están plenamente presentes y, según dice usted mismo, cada una con su posición de reconocimiento en el mercado. Imagino que –pues no parece usted un platónico-, con Bergson, con Benjamin, o con Deleuze, o con todos y ninguno, usted ha dividido la vida, o la historia, o el devenir, en un eje vertical de la memoria, o de lo posible no actualizado, o de las virtualidades abiertas por el acontecimiento al que podemos llamar también, por comodidad, “2001”, eje donde sitúa a la generación ausente; y un horizontal de los cuerpos, de los hechos o de lo real, de las relaciones mecánicas, o causales, lineales, actuales, donde sitúa los reconocimientos y la generación empírica, por así decirlo.

Ahora bien, este mismo esquema podría traspolarse a la generación de los 70: un “final feliz”, como dice usted, sólo puede otorgarse en la sucesión de los hechos lineales, de las causas y efectos a la que llamamos historia, y para las personas empíricas. Lo cual nos llevaría a preguntarnos si la generación del 70 en tanto que virtual, posible o memoria, no se halla también ausente. Primer interrogante.

Si traspolado a la generación que usted llama 2012, la cuestión se pone todavía más peliaguda. Pues hasta podría dudarse de que esta sea una generación en el mismo sentido que las anteriores: en efecto, es una generación que, en caso de existir, no tiene acontecimiento o, como dice el saber popular, “va detrás de los acontecimientos”, o, parafraseando al viejo Marx, que no tiene historia (propia). Es una generación sin acontecimiento, en el eje horizontal: va detrás de los hechos, de tales o cuales políticas, de tales o cuales símbolos del reconocimiento, de la linealidad de una historia que la precede.

Espero que el asunto no le resulte un mero preciosismo filosófico, sabido es que esto lo disgusta. Es que visto desde este ángulo, el asunto de la relación entre el kirchnerismo y las generaciones impone la pregunta por su actualidad, es decir por su relación con lo posible no actualizado. El eje del reconocimiento, el que usted trata, es el de los cuerpos presentes, los hechos, los símbolos. Pero queda el otro, que exige la siguiente pregunta: si el kirchnerismo mantiene una relación de puro reconocimiento con estas generaciones en tanto que actuales, ¿tiene algún vertical? Si no mantiene algún vínculo con lo posible no actualizado, con la memoria de estas generaciones, ¿se dirime solamente en el plano horizontal de las fuerzas mecánicas y lineales, de las causas y los efectos abiertos en el 2001? O en todo caso, ¿posee una virtualidad propia, independiente de estas generaciones? Si lo último, ¿cuál es? Si lo primero, el kirchnerismo ya es un hecho, o ya está hecho, o ya está muerto (con o sin reelección). Y la clave de la época deja de ser la hermenéutica del significante-imperial “kirchnerismo”. Y la pregunta porvenir: ¿cuál de las memorias al acecho (incluida la que conserva el PRO como reliquia) se abalanzará sobre los cuerpos en el momento de la incertidumbre -del desconocimiento-?

Como ve, para la polémica no me da. Hasta acá llego. Como quien dice, le transmito la inquietud... que usted mismo provocó. Espero le sea útil en algún sentido.

Saluda atentamente,

Carlos C. Tusquet