"Que mi literatura sea una droga"

Entrevista a Ferrez
por Horacio Bilbao

“Mi sueño es que mi literatura sea como la droga”, dice el brasileño Reginaldo Souza da Silva, más conocido como Ferréz. Lo dice acá en Buenos Aires, donde presentó su Manual práctico del odio (Corregidor), una trama vertiginosa sobre el recambio generacional de la delincuencia en la periferia de San Pablo.
 
Ideólogo del movimiento de literatura marginal, este paulista de 37 años cruza hip hop con poética, impulsa una increíble red de Saraus , –peñas de poesía– y hasta timonea una marca de ropa que visten con orgullo en Capao Redondo, su barrio. Vio temprano el impacto de su obra en las quebradas, las favelas . “Muchos vecinos me cruzan en la calle y me dicen que el primer libro que leyeron en su vida fue uno mío”, dice, y recuerda que cuando él era el único que leía lo trataban de loco. Su prosa humaniza las crueles vivencias de una clase social. Un relato de causas y efectos, de gente que ama y odia, de vidas que no valen nada o, como ellos dicen, una raza a exterminar .


–¿Son conscientes estos chicos de su propia fragilidad? –Sí, ven a sus amigos muriendo al lado. Ven cómo el sistema decide quién mata, quién vive.
 
–Muchos eligen morir antes que vivir como un don nadie… ¿Se modifica este fenómeno con los cambios culturales, económicos? –No hablemos de fenómeno. Es algo programado, para eso se crearon las favelas, para llevar a nuestra gente a morir. Los tiraron allí. Cuando de nuestros lugares sale un escritor, un artista, un futbolista, es una falla del sistema. Eso continúa siendo así.
 
–Pero Régis, el personaje principal de esta historia, juega el juego del capitalismo, sale a recaudar dinero a cualquier precio… –Es interesante, porque él piensa que comprende el sistema, pero es usado. Se conecta con la policía, articula la banda, es un engranaje, el cuervo de la raza.
 
–Así y todo pertenece a otra generación de “malandras”, el libro (escrito en 2003) alude a ese recambio… –La generación que viene es más cobarde, no sienten el dolor de los otros.
 
–¿Eso ocurre hoy, o hay un nuevo escenario impulsado por el crecimiento económico de Brasil? –La mayoría de la población no accede a esa riqueza. Ahora juegan las mafias. Antes se moría rápido. Ahora, con el foco puesto en el consumo, se vive sobre el miedo.
 
–¿Cómo serían esos personajes en versión 2012? –Hoy escribiría sobre el poderoso jefe. Marlon Brando. El padrino. Ellos comandan todo. Pero no haría un nuevo manual, ese mundo no tiene atractivo. Aunque era cruel, antes había cierto romanticismo en la periferia. Reglas. Unos ayudaban a otros. Ahora hay una facción criminal.
 
–Militás con libros, poesía, hip hop, ¿con qué resultados? –Estamos logrando intervenir en lugares sin asistencia social. En Brasil crecen todos los indicadores; la venta de libros, no. Pero algunos jóvenes participan.
 
Uno de cada diez escribe . Pasó algo con derechos del niño, leyes de género. Hasta hace 10 años si decías “homosexual” te pegaban en la calle. La literatura aportó conciencia para plantear la lucha. Sabemos que salvamos muy poco, pero tiene un gran valor para nosotros. Hay menos muertes y eso es bueno, pero hay que asumir el lugar del que venimos. Es la idea cuando escribo un libro, con el rap, con las peñas culturales, con la marca de ropa. Tenemos que armar la nuestra, aunque sea chica, para buscar las soluciones. Es la única manera.
 
–Como contracultura, ¿no les preocupa ser cooptados por el sistema que combaten? –La premisa es ser independientes. La cooptación es algo que sólo debe preocupar a los vanidosos, a los que tienen sed de fama o de dinero.
 
–¿Y qué impacto te gustaría tener con tu obra? 
–Mi sueño es que mi literatura sea como la droga, que los chicos entren a la favela y digan ¿adónde puedo encontrar el libro de este tipo? ¿Lo puedo leer rápido aquí en el baño? Trabajo imitando el tráfico, porque si un tipo va a la favela a buscar droga y se mete bien adentro, escondido, este tipo también podría buscar un libro en el mismo lugar, y lo encontraría. Creo que la información es la gran arma.