Crisis en el Cerro Dragón

por Diego Genoud


El viaje que hice a Dragón entre el 4 y el 8 de junio pasado -12 días antes de que Los Dragones tomaran la planta de almacenaje de crudo del yacimiento- fue planificado poco tiempo después de que Cristina anunciara la expropiación de YPF y Miguel Galuccio se hiciera cargo de la empresa. La intención era elegir ese momento para posar los ojos en el yacimiento petrolero más grande del país, propiedad de British Petroleum, la familia Bulgheroni y los chinos de la petrolera off shore CNOOC. Si Vaca Muerta es el yacimiento de no convencionales que puede alumbrar el futuro, Dragón es el presente que abruma pero no se discute.

En 2007 y sin ningún tipo de debate público, Pan American Energy obtuvo una renegociación muy favorable –hasta 2027 con opción a 20 años más- gracias a su entendimiento con Mario Das Neves y al respaldo de Néstor Kirchner. Dragón es un yacimiento maduro pero sigue generando ganancias extraordinarias gracias a la técnica de recuperación secundaria. En 1958, fue entregado por Frondizi a la norteamericana American Oil Company (Amoco), que en 1997 vendió el 40 por ciento de sus acciones a Bulgheroni y en 1999 a BP. Los chinos fueron los últimos en llegar.

La intención del viaje era la de descubrir cómo es por dentro ese yacimiento que equivale 17 veces a la Capital Federal y que suele ser presentado como modelo. En Chubut, donde Repsol perdió las primeras áreas petroleras antes de la expropiación, el romance del gobernador Martín Buzzi con PAE es inmaculado. Lo mismo con el sindicato petrolero. Por eso, en Comodoro a nadie le sorprende que Buzzi haya sido tan duro contra YPF.

Ya había estado ahí en 2008, tratando de ver cómo era esa ciudad–la más grande de la Patagonia- que nace y muere al ritmo del precio del crudo. La misma que quedó desierta en 1998 cuando el barril de petróleo valía 11 dólares y hoy es una postal del consumo en el que las cadenas de electrodomésticos no dan abasto pero también de las diferencias sociales que no ceden.

Esta vez la idea era entrar a Cerro Dragón, ir en busca del mundo interior, de la vida de sus empleados, de la lógica de los negocios. Estuve dos días enteros con Los Dragones escuchando sus razones y su historia. Hablé también con miembros del sindicato petrolero y con ejecutivos de PAE que prefirieron no aparecer en la nota. Conocí Cerro Dragón por dentro. Indagué también en la lógica de los Bulgheroni, los empresarios más ricos de la Argentina que pese a tener el 20 por ciento de las acciones, siguen manejando el yacimiento.

Los Dragones son un grupo reconocido en Comodoro porque nacieron hace exactamente siete años con una lucha que les valió el respeto de amplios sectores. Durante nueve días tomaron el yacimiento y soportaron temperaturas tan bajas que les provocaron principio de congelamiento en los dedos. “Nosotros no somos como los privados que hacen paro en verano, con sombrilla”, me dijo uno de ellos. Su apoyo a Mario Das Neves en las últimas elecciones y los enfrentamientos armados con los petroleros los dejaron afuera de todo.

Pero Los Dragones son también la expresión que desnuda a un sindicalismo en crisis. Se trata de planetas y lógicas distintas, pero su caso podría ser comparado con el de los metrodelegados del subte que obtuvieron su sindicato luchando contra la burocracia de UTA. Piden libertad sindical e igualdad convencional: cobrar lo mismo que cobran los que, al lado suyo, hacen la misma tarea. El sindicato de Petroleros Privados suele ser vocero de la empresa Pan American pero representa sólo a 2500 o 3000 de los trabajadores que cumplen tareas en el campo. El resto, ¿4500? ¿5000? son tercerizados y tienen contratos temporarios. Cobran menos por hora de viaje, cobran menos por mes, cobran por quincena. La UOCRA de Gerardo Martínez debe representar a esos trabajadores de segunda pero no lo hace. También el sindicato de petroleros jerárquicos –técnicos e ingenieros especializados- ha tomado medidas de fuerza de niveles de radicalidad inconcebibles para un gerente de Buenos Aires. Pico Truncado, Las Heras, Caleta Olivia y Comodoro son sitios donde la conflictividad se dirime en ese lenguaje, por más que las teorías conspirativas traten de adjudicar los hechos recientes a facciones del PJ. Son consignas que buscan abordar la conflictividad aislando a los violentos pero sin entender sus razones. Pan American Energy también viene sufriendo transformaciones en su interior, pero si sigue operando el yacimiento hasta 2047, como pretende, y busca una interlocución sindical a largo plazo, no tendría que descartar la posibilidad de repensar la estrategia de hablar solo con la aristocracia del petroleo.

Son apuntes desordenados ante la coyuntura. La nota que saldrá en la próxima Crisis apuesta a dar algunas pistas más.