En busca de la Literatura Blanca
Gordo de Sagrado Sebakis
Emilio Sadier y Diego Picotto
1. ¿Qué es Gordo, de Sagrado Sebakis? ¿Retazos de
biografía individual, manifiesto generacional, triple de novela y queso, ensayo
de cinismo fast-food, diario amistoso
y confesional de un escritor desempleado,
apuntes oscilantes entre autoanálisis y stand-up? Gordo es un OTNI:
Objeto Textual No Identificado que sobrevuela los bordes de un presente
virtualizado, de una vida definida menos por una identidad que por un universo
de signos danzando en pogo. Gordo
propone una escritura degenerada, plagada de series y listas: de las variantes
del porno digital a los cuestionamientos irracionales de la duermevela, de los
consumos culturales pre y post-adolescentes a los Antihéroes Hiperlaxos. Todo
es contable en Gordo, todo cuenta
como elemento en un orden desequilibrado.
2. Gordo plantea un
encuentro con un futuro cercano –el libro tiene fecha de edición de 2017– y con
una autoría virtual: Sagrado Sebakis (seudónimo de Sebastián Kirzner) sugiere
una poética del nombre propio como marca, de la identidad como nick, de la
subjetividad como nube de tags.[1]
Una escritura de lo íntimo vuelto público en viaje por el ciberespacio, en
conexión constante.
Concretamente, Gordo,
su literatura, es inseparable de Internet 2.0, de las redes sociales: y estar en
las redes sociales es ya "editar", es ya montar un personaje, es ya
construir un relato, una ficción. Ni el más mínimo detalle del vínculo con lo
digital es impostado. No hay intención
de mostrarse contemporáneo, moderno, incluyendo para ello Internet. Es un
libro hecho en Internet, que no funciona sin Internet. Sea porque te llega leído
por el autor en un video posteado en Facebook. Sea porque te lo bajas de la
página de la distribuidora/co-editora la-periferica.com.ar o con el QR. Sea porque
Internet es, más que tematizada, exhibida como condición de posibilidad de todo
lo sucedido. Sea porque se lo lee como se navega.
En este sentido es que esta literatura conecta antes con
una cierta forma de "comunidad" -virtual y no solo: Feria del Libro Independiente y sus editoriales, Milena Caserola en este caso, CC Pachamama, etc.- que con un "campo literario”.
3. ¿De qué la va, Gordo?
Con su contundente humanidad, Gordo
se sitúa en la frontera porosa que anuda la vida cotidiana y la ficción de un
joven escritor under (of the lumpen
middle class), ciudadano del mundo-pantalla (estimulación lumínica), girones
de una existencia balbuceada que ora te arroja en un Congreso de poesía en Paraguay,
ora de playero en una YPF. “Un escritor
nunca habla de pavadas. Una de las tareas difíciles de llevar a cabo es sacar
el artista del lugar de boludo en que se lo ha colocado” (Osvaldo
Lamborghini). Gordo no es el típico
compañerito de primaria, centro de mamporros y carcajadas. O sí, pero crecido.
Tan crecido como cruzado por la depresión y por lo digital; mejor: depresión en
la era digital neutralizada a fuerza de porro y pajas. Ansiedad. Refresh. Refresh. Refresh. Acto
ansioso-mecánico como respuesta a la estimulación lumínica (mundo-pantalla): fuerza
digital (dedos-dígitos) sobre el enter
que renueva cada vez (y en vano) la llegada de un aviso tan singular y potente que
evita su dilución en el flujo perpetuo de información. Potencia ciber de
estímulos actualizándose. Voracidad de consumo de signos-marca devenidos mundos de sentido. La cabeza al borde
del queme: Risperidona, Sertindol,
Zyprexa no son la divina trinidad, sino antipsicóticos de segunda
generación que, como colateralidad de sus efectos estabilizadores, engordan y
deforman. Un mundo desquiciado; el mundo en que vivimos, el tiempo en que
vivimos.
4. Hay en Gordo
mucho puro presente como condición
profunda de época, como puesta en discusión del imperio del pasado sobre lo
actual tan propio de estos tiempos: Refresh
es también sacarse de encima el pasado, es poner el ahora en primer plano a cada momento; puro presente contrapuesto al pasado como juez y garante de verdad.
Un pasado relatado –hecho Relato– en esta época sin grandes sutilezas, por
cierto, pero altamente eficaz en reponer bandos en disputa, héroes y traidores,
amigos y enemigos. Hay condiciones generacionales-subjetivas, parece decir Gordo, que no son reversibles, hay
experiencias que no son fácilmente capturadas por el relato mayoritario (menos
aún mediante la apelación a los lugares comunes de la militancia y la
política). El presente continuo como
condición de posibilidad de Gordo,
simultáneamente su residuo y su hijo pródigo. Temporalidad verificable también
al nivel de la estructuración textual: si el registro parece cercano al de un
diario, no está regulado por una linealidad fechada: la numeración de los
apartados –que sólo al comienzo muestra explícitamente una relación con lo
narrado– da una sensación de aleatoridad, de un tiempo sin anclaje fijo. Refresh
también supone una actualidad donde a cada momento circula más o menos lo
mismo: “otros amigos, otros avatares, de seguro las mismas charlas”. Los
acontecimientos, las situaciones y las asociaciones aparecen sobre este fondo
de repetición, variación y aparición novedosa de lo mismo.
5- “Es hora de
aceptarlo –dice Gordo– coger fue hasta los noventas. Ahora la onda
es histeria digital y masturbarse”. Presente liviano y veloz, fin de siècle actualizado en la impúdica
y encantadora tecnologización de la vida, la subjetividad, la ética y la
estética. Y, sobre todo, de la cotidiana nuda
vita digitalizada. Actualidad de mercado financiero, de multinacionales
multifusionadas, de trabajo precarizado, de capitalismo desbocado y triunfal,
Imperio del Logo. Actualidad que asume la virtualización de las relaciones
humanas e, incluso, presenta la pérdida del contacto con los cuerpos de los
otros como una –sin duda peligrosa– condición de época.[2]
6- El intento de eludir su inscripción obvia en linajes literarios;
la insistencia en dislocar las figuras de la escritura y el escritor, la
edición y la lectura; la apuesta decidida por la actualidad serpenteando entre la
fusión de lo íntimo y de lo público y la ecología digital organizando el bios. A través de estos movimientos, Gordo plantea la búsqueda de una
experiencia cultural/literaria/vital particular que podríamos bautizar,
siguiendo uno de los muchos destellos de feliz ironía que pueblan sus páginas, la búsqueda de la Literatura Blanca: “Ese gesto, aunque no parezca, es crucial
para esta época. Central. Hay que salir en una misión cara, innecesaria y que
bordee con lo idiota”. Búsqueda y misión que se pone en juego en una escritura
compulsiva como registro incesante de una vida vuelta objeto estético y político.
Pero, curiosamente, la apuesta de Gordo
no es vanguardista, ya que pareciera sugerir que no hay ya demasiado canon que
derribar ni demasiada institución que bombardear. Los gestos de la literatura
de Gordo se asemejan más bien a
señales de humo que, agotadas a segundos de haber sido arrojadas al mundo, indican
sin embargo una lengua en ejercicio, una conversación en proceso, tal vez una
cacería o exploración en ciernes.
7- Nos gustó Gordo,
lo admitimos; tanto, que decidimos comprar varios ejemplares (a precio
rebajado, es cierto) y hacer con ellos –como si fuésemos dos más de los miles
de becarios Conicet que nutren el país en
serio– nuestra propia experimentación científica: la mitad, obsequiada a
amigos más jóvenes que nosotros que poco y nada saben de literatura; la otra
mitad, facilitada a amigos post-40, muy cultos y entendidos ellos. Las
conclusiones a las que pudimos arribar no violaron las leyes de lo previsto: si
los primeros encontraron en Gordo,
entusiasmados, cierta intensidad que de uno u otro modo los afectaba (sea como
eco generacional, sea como gesto de complicidad), los segundos tuvieron
dificultad en situarlo dentro de lo estética y políticamente aceptable y, en
general, lo rechazaron redondamente. Entre esos entusiasmos y rechazos se
prefigura la Literatura Blanca, la literatura del por-venir.
[1] Por cierto, la futuridad editorial
está presente en otro emprendimiento kirznerista que vale la pena visitar: el
tomo I de la antología 2017. Nueva Poesía
Contemporánea, cuya segunda edición fechada en 2020 recoge poemas de los
años dos mil de poetas latinoamericanos nacidos entre 1977 y 1990.
[2] “¿Es
la paja un marca de época?” se preguntaba un intelectual marxista que
analizaba el curioso deceso en un hotel charrúa de uno de los íconos de esta
juventud dispuesta a entregarse por entero a la política.